Que sí, que ya lo sé, que es
súper bueno que los niños vayan al cole y socialicen y jueguen con otros niños
y aprendan cosas y hábitos y a contar al revés y a comer acelgas (esas que
nosotros no nos comemos) y blablablá. Lo sé. De verdad. En realidad sufrimos lo
indecible cuando les dejamos en el cole de 9 a 5 y después les apuntamos a
extraescolares: el inglés es lo que tiene, que es muy puñetero y si no lo
empiezas a los 3 años luego ya es imposible de pillar. Yo, a mi niño, a violín,
no lo apunto por mí, eh? Lo apunto por él, que es que le encanta, tiene una
sensibilidad! Y tú ves al niño allí en el parque, aporreando un camión con las
manos llenas de tierra y arreándole mamporros a la niña con coletas que va a
ver qué se cuece y con cara de gilipollas respondes, es verdad, cómo se le nota
que es un niño sensible, es raro que no te haya pedido tocar el harpa. Yo es
que no he debido haberme fijado bien porque el mío garabatea un poco y no le he
dado mayor importancia, a ver si voy a estar coartando su vena creativa si no
lo apunto a dibujo artístico a la salida de P2. Mira, mira cómo ha espabilado
tu niño desde que va a la guardería, mira qué bien habla (y tú por dentro
piensas, claro, que a lo mejor si lo hubiera tenido en mi casa sería mudo,
porque no tiene nada que ver que ya tenga los 2 años cumplidos y no se haya
criado cual Mowgli con los lobos, qué va, habla por la guardería).
Reconozco que soy de enervación
fácil, yo, así que puede que no sea muy objetiva. Pero en serio nos hemos
vuelto idiotas por convicción o porque no nos ha tocado más remedio? Tenemos
una mierda de sociedad que hace imposible la conciliación familiar, con lo cual
tienes dos opciones (bueno, tres, pero la tercera es ser hija de Amancio Ortega
y no sé vosotros, pero yo no lo soy, con lo cual es una opción que, en
principio, descarto): o no tienes hijos o los tienes y los aparcas. La mayoría
los tenemos y los aparcamos. No señalo a nadie con el dedo porque yo soy la
primera en hacerlo: guardería desde los 15 meses, el pack completo, con
comedor, canguro para recogerlo y bañarlo, casal antes de empezar P3 porque no
sabía qué hacer con él. Y no, el niño no se ha muerto, ni se ha traumatizado,
ni parece que me odie especialmente (excepto cuando le lavo la cabeza, que a
ver si va a ser que tengo un hijo gremlin en lugar de un hijo humano a juzgar
por los pollos que monta desde el nanosegundo en que una mísera gota de agua
entra en contacto con su cuero cabelludo). Pero no me engaño, al niño no le ha
ido bien la guardería, a quien le ha ido bien la guardería ha sido a mí. Un
momento, un momento que puntualizo: cuando digo que no le ha ido bien no quiero
decir que le haya ido mal ni que le haya perjudicado, cuidado, quiero decir
simplemente que no le ha reportado un beneficio mayor que el beneficio que le
hubiera reportado quedarse en casa conmigo. Probablemente si hubiera estado en
casa conmigo habría llorado bastante menos y habría estado bastante más contento.
Que sí que sí, que los niños se tienen que curtir y tal y bien pero estamos
hablando de bebés. Tendrán tiempo de curtirse, creo yo. Y eso que el mío fue “tarde”
a la guarde, ya no hablemos de los bebés de 4 o 5 meses, vamos, les viene de
bien la guardería una barbaridad, ¿cómo, si no, aprenderían los colores y a
bailar el trenecito chiquitito? Pero bueno, el caso es que muchos niños van a
la guardería y sobreviven y no pasa nada. Pero a mí lo que me alucina es que
nos traguemos eso de la liberación y demás y veamos todo esto como algo que
hacemos en beneficio de los niños y que cuando se habla de conciliación se pidan
más guarderías públicas. ¿Por qué no pedir un cambio social y laboral que tenga
más en cuenta las necesidades familiares? ¿En serio que las guarderías públicas
son la solución a los problemas de conciliación familiar? El gol que nos han
metido debe de ser mayor de lo que creía. O es que a lo mejor los niños,
nuestros hijos, nos molestan. Pero ese ya sería otro tema.
Luego empiezan el cole de
mayores. A los 3 años, súper mayores, que se les pasa el arroz, vaya. Y otra
vez la misma cantinela. Que les viene genial, que aprenden un montón, vamos que
si se te ocurre decir que qué pena te da que tenga que empezar el cole ya eres
poco menos que una loca hippie trasnochada, sobreprotectora, que los niños
tienen que espabilar y aprender. Y si lloran cuando les llevas te están tomando
el pelo, que no les hagas caso, que ya se acostumbrarán. ¿Cuándo hemos perdido el
recuerdo de cuando éramos nosotros los que teníamos un nudo en el estómago y
llorábamos a la puerta del colegio? El niño irá al cole porque no queda otra
pero no está tan mal intentar ponernos en su piel, consolarlos y abrazarlos
porque lloran. Son nuestros hijos. Si no podemos empatizar con ellos, con quién
lo vamos a hacer? ¿Por qué a los adultos les aguantamos los malos humores
porque, pobres, han tenido un día muy duro y a nuestros hijos los regañamos
como si sus días no fueran tanto o más duros que los nuestros? Yo no estoy deseando
que llegue el lunes para que mi hijo vaya al cole, ni vivo el primer día de
cole como el día de la madre. Sí, yo también estoy cansada y sí, yo también
necesito desconectar a veces y un ratito para mí, para hacer cosas de adulta, o
para poder ir a cagar, con perdón, sin que una vocecilla me diga, mamá te
acompaño. Pero yo veo a mi hijo y me acuerdo de mí cuando era pequeña y no
quería ir al cole y juro que si lloraba no era por tocarle los huevos a nadie.
Me da como vértigo pensar en cómo
se puede llegar a deshumanizar una sociedad desde el momento en que creemos de
verdad que es realmente beneficioso para un niño que no vea a sus padres
durante más de la mitad del día. Qué pena. Y qué mal lo hemos hecho.
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